martes, 9 de diciembre de 2008

Sed felices

Todas las quejas, todos los maullidos, toda la desesperación y la euforia y la decepción y la crónica pérdida de tiempo: perdidos. No importa: tengo cantidades industriales de todo eso. Con descuentos a mayoristas. La niña dice: necesito hibernar. Tiene razón. Todos deberíamos hibernar hasta que vengan tiempos mejores. Pero como no van a venir tiempos mejores, entonces lo único que queda por hacer es coger al toro por los cuernos y enfrentarse al vacío sideral con buena cara. Eso hago: al mal tiempo, buena cara. Señores, señoras, ármense de buenas caras y de sonrisas deslumbrantes porque se avecina la madre de todas las tormentas. Creo que en el fondo no me queda mucho más por hacer que dar las gracias por haber nacido en el puro vórtice del cambio, agarrarme al mástil del barco y tomarme los baches con alegría. Y malgastar mi tiempo en ocupaciones sin oficio ni beneficio porque total, qué más da. Si todos vamos a morir de cáncer y jodidamente solos, si no oís los latidos desaforados del mundo, si no os tiemblan las manos cuando pensáis en comportaros como personas maduras, bueno, entonces no os extrañéis si lo mandamos todo a tomar por culo con semejante diplomacia. Sed felices. Cobrad el paro mientras podáis. Y sobre todo, recordad esto: el salario mínimo es inembargable.