viernes, 4 de abril de 2008

historias de amor y fuga

Enfrentada con, y vapuleada por las hordas psicóticas de una realidad sin fronteras, sin el bendito refugio de un 9to5 para, por dios, dejar de pensar, dejar de percibir la dureza de un mundo absurdo cuyos principios debieron perderse en alguno de los cientos de millones de comunicados internos que aturden las líneas de la información. Se que en algún momento escribí cosas hermosas, bellos fragmentos planetarios que parecían tener algún sentido más allá de la obvia y omnipresente falta de sentido global. Ya has perdido la esperanza de que alguien te lea y al leerte sienta algo, y escribes en la soledad de una jaula de vidrio desde donde ves cientos de alegres soledades cada día. Ya no escribes para alguien, o para nadie, apenas para ti misma, ya no puedes escapar a la certeza de ser un daño colateral en esta guerra terrible de signos sin significado.

¿Escogiste ser así? ¿Naciste así? ¿Te criaron así? Tienes esa despiadada intuición que, como en ese libro, Never Let Me Go –que te gustó, ¡y cómo dosificas tus lecturas de ciencia ficción, pensando que cada una que lees es una menos que te queda por leer!- fuiste criada en una maravillosa burbuja, en un paraíso diseñado a tu medida para luego ser vendida al brutal mercado de órganos. ¿Sirvió de algo? ¿Te consolará tener bellas memorias cuando estés sobre la mesa del quirófano? No puedes culpar a nadie por ello. Tenía que ser así. Tus padres te protegieron, y siguen protegiéndote, pero la coraza de amor ya no resiste los embates de la realidad. Serás vendida, porque tenía que ser así, vendida al mejor postor en base a tus muy subjetivas cualidades. ¿Y no es eso triste? Puedes resistirte, puedes negarte –¿para qué?-. Ellos saben que tarde o temprano acudirás a sus puertas para mendigarles un pedazo de pan, y te esperan con esa sarcástica sonrisa que caracteriza a los que están del bando ganador. Yo nací del lado de los que siempre pierden. La gente pasa y pasa, la gente relativiza todo, ¿son acaso más felices? ¿Sois más felices así? Dicen que si, pero yo no los creo. Debajo de cada mirada hay una sombra de vergüenza, y en cada vergüenza, una voluntad doblegada.

Mi voluntad no quiere doblegarse aún. Mi voluntad se resiste y pelea y muerde y da inútiles patadas al aire. Me imagino las sombras corporativas, rodeándome en silencio, sin rostro, estrechando el cerco sin decir nunca nada, esperando, siempre esperando a que me rinda. Y tienen tiempo. Todo el tiempo del mundo. Y yo no tengo tiempo: mi tiempo es un goteo de euros en una cuenta bancaria que baja y baja y baja. Cuando la sed sea irresistible, ellos lo saben, acudiré a beber el agua envenenada de su mano. Agua de la que no quita la sed. Como un perro. No como una persona. Como un puto perro de trineo que corre tras la zanahoria.

Soy acaso demasiado joven para pensar en estas cosas. Debería estar fuera, divirtiéndome. También fuera veo las sombras de una civilización decadente y mi corazoncito optimista se empequeñece de espanto. Nunca debí poner mis ojos sobre los documentos que prueban lo que intuyo. Nunca. ¿De qué sirve saber, cuando no puedes hacer nada para protegerte? ¿Se irá la rabia algún día? ¿Quedará algo después de la rabia?

{Acaso solo escribir historias de amor y fuga}

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